🗡ESPADA ESPIRITUAL
Domingo 9 de septiembre 2018
Cuánto de sordo y mudo hay en nuestro interior. Dios nos habla continuamente por medio de su palabra, por medio de las enseñanzas de los santos, por medio de los sacerdotes dóciles al Espíritu Santo. Sin embargo no lo escuchamos por tantos ruidos que tenemos en el alma, por tantas preocupaciones vanas, por tanto ego, por nuestros gustos, como si estuviéramos endiosados. Así nos encontramos sordos para escuchar la voz del Señor.
Y en cuanto a nuestro estado mudo, jamás nos sentamos con tranquililidad para hablar con Dios. Nuestras conversaciones se basan en los defectos de nuestros hermanos, en los chusmeríos o afanes de novedades. Es muy triste ver católicos con conversaciones tan frívlolas, no hay palabras que glorifiquen a Dios. En vez de llenar de amor a nuestro prójimo estamos continuamente alimentando rebeldía, bronca, amargura y al final somos mudos ante Dios. "Perros mudos", como dice Isaias (56, 10)...
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