La vida sobrenatural en el vientre del misterio de la transustanciación: La Eucaristía
No existe en la creación entera ni en la dimensión total del tiempo pasado, presente y futuro un milagro y misterio más grande que la conversión del pan y el vino que se consagran sobre el ara del altar durante el sacrificio de la Santa Misa, en carne y sangre del Señor Jesús.
El entendimiento humano no podrá abarcar nunca este misterio, sin embargo Dios en su infinita misericordia le ha revelado a la humanidad este Don maravilloso para que aquellos que acudan a ese banquete de Ángeles, se alimenten y tenga vida eterna...
En el vientre de este misterio mientras se celebra este sacrificio sobre el altar, descienden miríadas de Ángeles, de santos, la Santísima Virgen Maria, los profetas de antaño, los salmistas y evangelistas. Se unen las almas sufrientes del Purgatorio muchas de las cuales al terminar la Santa Eucaristía serán llevadas a la Gloria eterna del cielo. La Iglesia terrenal conocida como militante es el centro celebrante y la unión de las tres Iglesias se funde en una comunión de santos que hace temblar hasta lo más profundo de los abismos y derrama bendiciones sobre toda la humanidad entera. No hay una sola molécula de la creación que no reciba la bendición de este misterio que se hace vida sobre ese altar humano divinizado en medio de la más apoteósica reunión de todos los poderes del Altísimo.
Si no fuera pore se Sol que brilla desde lo alto y baña la humanidad entera cada día en miles de altares alrededor de la tierra, ya nos hubiésemos desintegrado por causa del pecado.
La misericordia infinita de Dios derramada en gracias por medio de este Santo sacrificio de su Hijo Jesucristo, hace que la humanidad viva una oportunidad mas cada día de encontrar la reconciliación y la salvación de las almas que de no existir el milagro Eucarístico se hubiesen condenado por miles de millones.
Vivamos con cuidado la experiencia de este misterio y abramos el Corazón para que la gracia lo inunde.
Es vital en nuestra vida como católicos el descubrirnos como instrumentos Eucarísticos de reparación. Así fortaleceremos los cimientos de nuestra fe en Jesucristo y los vientos del materialismo con sus ideologías y propuestas de muerte, no podrán tumbarnos de nuestra salud espiritual, la que hemos recibido por medio del Evangelio de nuestro Señor.
Cuando comulgamos, somos alimento para toda la humanidad entera, incluyendo a los mismos hermanos cristianos separados que perdieron la gracia de los Sacramentos por los errores y herejías de la reforma del protestantismo.
Es tiempo de Cuaresma y la Iglesia nos llama a recibir esta inmensa gracia de la reconciliación con Dios para que podamos preparar esta vasija de barro que somos nosotros, para llevar el Tesoro que Dios nos ha confiado para servirle al resto de la familia humana: La Santa Eucaristía.
MARINO RESTREPO