🗡ESPADA ESPIRITUAL
Martes 18 de septiembre de 2018
Empezamos esta espada citando el evangelio de hoy (San Lucas 7, 11-17): "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado su pueblo".
Es una gracia muy grande convivir con los amigos de Dios, con los profetas de esta época. En el tiempo de Nuestro Señor Jesucristo, no todos lo reconocían como el Mesías, al contrario, fue rechazado, calumniado, muerto en la cruz como un malechor.
Como dice el salmo 115: "Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen". Jesús resucitaba muertos, como nos relata el evangelio de hoy, cuando llama a la vida al único hijo de una mujer viuda, curaba leprosos, hacía ver a los ciegos de nacimiento...
Y Él mismo lo predicaba: "Aunque resuciten muertos no se convertirán".
Siempre aparece nuestro razonamiento, nuestro orgullo, como el del fariseo, o nuestra falta de fe que nos ciegan ante la verdad.
Nuestro Dios a lo largo de toda la historia de la humanidad nos fue hablando por medio de los profetas o santos del Antiguo Testamento, también en el Nuevo, en la historia de la Iglesia, tantos hombres santos enviados por Dios, tantos mensajes de la Virgen... Y cercanos a nuestra época: el Padre Pío, Madre Teresa de Calcuta, San Juan Pablo II.
Hoy tenemos presente a un gran santo, que ni en su familia lo querían, la mamá lo veía tan inútil que para deshacerse de él pidió a un pariente franciscano que lo recibiera en su convento de mandadero, era San José de Cupertino.
Al final, por su gran fe, su humildad, su espíritu de penitencia y oración, fue admitido como franciscano. Era un hombre tan lleno de Dios que aparte de hacer milagros sus compañeros presenciaron setenta éxtasis de este gran santo. El más famoso de sus milagros sucedió cuando diez obreros no podían llevar la cruz a una montaña y él se elevó por el aire con la cruz y la llevó hasta la cima. Muchos fueron testigos de este hecho.
Es el patrono de los estudiantes porque le costó mucho el estudio, más en su carrera sacerdotal, pero salió adelante.
Dios hizo maravillas con este santo en su tiempo, pidamos a San Cupertino no desaprovechar las gracias que Dios nos concede en estos tiempos. Él nos habla en la oración, por medio de los mensajes de María, de sus santos sacerdotes o religiosos, escuchemos la voz del Señor. A.M.D.G.