🗡ESPADA ESPIRITUAL
Domingo 28 de octubre de 2018
Cuánta oscuridad cuando Dios no reina en nuestra vida, en nuestra familia, y qué importante es la fe y el poder de la oración para que Dios nos conceda su gracia, el milagro, si es esa su voluntad.
Vemos en el evangelio de hoy (San Marcos 10, 46 -52) al hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, y podemos aprender mucho de él.
No poder ver, no poder caminar en esta vida con total libertad es muy doloroso, por eso nosotros que podemos ver, debemos dar gracias a Dios, no quejarmos tanto.
Como también poder oir, hablar, caminar, etc., cuántas personas no tienen estas gracias.
Pero aprendamos de Bartimeo, primero a tener una gran fe, sabiendo que Dios tiene todo poder y jamás dudar de Él, que todo lo puede.
En segundo lugar, la perseverancia en la oración, la insistencia, qué poder tiene, no ponerle tiempo a Dios, ni querer una solución mágica, más bien venir abandonados a su presencia. Como dice Santa Teresa: "Con la paciencia todo se alcanza".
En tercer lugar, la humildad con que debemos pedir. No debemos faltar el respeto a Dios, amenazándolo. El ciego pronunciaba estas palabras: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mi." Nos recuerda al publicano que rezaba en el templo con tanta humildad, eso le agradaba a Jesús, y no la oración del fariseo.
Y por último obervamos, al acercarse a Jesús, ya no le importó su manto, se desprendía de todo para alcanzar la gracia de Dios. Por eso qué importante es renunciar a todo lo que no es del agrado de Dios.
Entonces Jesús le pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le respondió: "Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo "Vete, tu fe te ha salvado. Enseguida comenzó a ver y lo siguió por el camino."
Qué importante después de conseguir la gracia seguir a Jesús y nunca más abandonarlo.
Pidamos también nosotros la gracia de no andar ciegos en nuestra vida, alejados de la luz que es Jesús, de su gracia, de su voluntad.
Tomados fuertemente de la mano de María jamás andaremos en oscuridad por esta vida. A.M.D.G.