🗡ESPADA ESPIRITUAL
Jueves 25 de octubre de 2018
Cuanto más grande sea nuestro amor a Dios, más grande va a ser la renuncia al mundo. Y especialmente con las personas mundanas se hará difícil la convivencia, como dice Jesús en el evangelio de hoy (San Lucas 12 , 49 -53).
Hoy podemos contemplar mucho libertinaje, mucha rebeldía contra Dios, el hombre quiere reemplazarlo, es tanta la soberbia que adquiere que no hace caso a nadie, cada vez más desobediencia y alejamiento total de la voluntad del Padre celestial.
Por eso tanta división entre el bien y el mal que nos dice Jesús dentro de nuestras propias familias: habrá división entre padre e hijo, madre e hija, etc. Serán dos pensamientos opuestos: uno fiel a la voluntad de Dios y otro fiel a su propia voluntad, uno de fe y otro sin fe.
Nuestro Señor Jesucristo también nos dice: "Mi reino no es de este mundo".
Hoy tenemos presente a un santo que vivió esta división que dice Jesús, San Crisanto de Roma, del tiempo de la persecución del imperio. Él hizo una gran conversión al cristianismo, y a su padre pagano Polemio, muy cercano al emperador, no le agradó para nada, entonces encerró a su hijo en un oscuro calaboso. No bastando esto, para disuadirle, recurrió a la sensualidad para corromperle y le propusieron que se casara con Dalia, joven consagrada a Minerva. Crisanto la convirtió y también llegó a ser una gran santa y a ser su esposa, ya que se unieron en matrimonio, pero con la condición de guardar virginidad hasta la muerte. A su padre no le agradó para nada esta vida cristiana que llevaban, por lo que fueron presos y sufrieron mucho tormentos hasta morir mártires.
Pidamos a estos santos por la conversión de nuestros familiares y amigos y no dejemos de rezar por ellos. A.M.D.G.