🗡ESPADA ESPIRITUAL
Domingo 26 de agosto de 2018
Cuántos quisiéramos vivir en la época de Jesús o nos gustaría que estuviese en nuestro tiempo para escucharlo, para verlo, etc. Sin embargo, en su época la gente de su pueblo no lo reconocía como Dios, por la falta de fe. Los fariseos por más que Jesús resucitaba muertos tampoco lo reconocían como Dios.
En el evangelio de hoy (San Juan 6 , 60-69) vemos cómo unos discípulos en vez de deleitarse con su predicación lo critican y dicen: ¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo? Peor todavía, lo abandonan.
A nosotros también nos puede pasar lo mismo que a la gente de su época, porque a Jesús lo tenemos presente en la eucaristía para adorarlo, sin embargo no vamos, o no lo aprovechamos como Dios. En la misa está su presencia viva y tampoco tenemos un gran amor para participar en ella. Tenemos la oración, el camino más rápido para entrar en diálogo con Él, sin embargo no lo aprovechamos.
San Agustín decía: "...y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste."
Aprovechemos su presencia, su poder, su amor, Jesús está vivo en la Eucaristía.
Nuestra falta de fe nos puede hacer juzgar al santo, al profeta de nuestra época. Viendo la santidad del Padre Pio muchos lo juzgaban, y no lo aceptaban.
Así tantos santos que pasan y la gente tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen....Cada cual en casa preocupado por lo material, como en el tiempo de Jesús, que "vino a los suyos y no lo recibieron, prefirieron las tinieblas a la luz". Señor, haz que aproveche todas las gracias que me estás concediendo, que ni la soberbia, ni la falta de fe o mi materialismo me alejen de ti y de las gracias de estos tiempos, quiero sanar mi alma enferma por la falta de caridad. AMDG.