🗡ESPADA ESPIRITUAL
Martes 30 de octubre de 2018
Cuanto más grande sea nuestra humildad y nuestra fe, más grande podrá ser la obra de Dios en nuestra vida.
María, siendo la más humilde de entre todas las mujeres, dejó que el Poderoso pudiera hacer en ella grandes cosas: fue y es la Madre de Dios y Madre de todos los hombres.
En el Evangelio de hoy (Lucas 13, 18-21) Jesús compara el Reino de Dios con un granito de mostaza, la más pequeña de las semillas, y compara también el Reino de los Cielos con un poco de levadura.
Cuánto bien nos haría tener bien arraigadas estas dos hermosas virtudes: humildad y fe. La obra de Dios sería muy grande, ya que daría muchos frutos y cuántos buscarían un lugar así para vivir, un pedacito de cielo aquí en la tierra.
Este espíritu caracteriza a todos los santos, todos tienen en común estos hermosos hábitos: una gran humildad y una gran fe, donde "el Poderoso puede hacer grandes cosas."
Pero es también para nosotros el llamado a convertirnos en pequeños y a hacernos como niños, abandonados en los brazos del Padre celestial.
Ese es el caminito espiritual que nos enseña Santa Teresita. Para seguir ese camino no debemos buscar nunca nuestra propia gloria, caer en esa vanagloria sería un gran error.
Celebramos hoy la fiesta de San Alonso, que entró a la Compañía de Jesús y estuvo como portero de un colegio. Este humilde santo fue un foco radiante de espiritualidad de la que se beneficiaron desde los superiores hasta los novicios con los que tuvo contacto.
Pidamos a San Alonso mucha humildad y fe para nuestra vida acá en la tierra, para poder dar muchos frutos para la gloria de Dios. A.M.D.G.