🗡ESPADA ESPIRITUAL
Lunes 8 de octubre de 2018
Qué linda enseñanza nos deja Jesús con la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37), el verdadero amor al prójimo.
Es fácil decir "yo amo al projimo", hasta es fácil predicarlo, pero amar y ayudar a una persona que sufre no importa si es mi enemigo, alguien que no me cae bien, alguien que no conozco o inclusive mi amigo o familiar, es del agrado de Dios.
Así alaba Jesús al Buen Samaritano, que dedicó su tiempo para atender a una persona herida y desconocida, no solamente hizo eso, sino que gastó de su dinero para que lo cuiden en una posada.
Estos son los samaritanos que necesitamos hoy, que renuncien a su tiempo, a su dinero, para atender con amor al prójimo. Que no lo juzguen, que no miren para otro lado.
Qué triste la actitud del sacerdote y también la del levita, hombres religiosos, que pasaron por ese lugar y al ver sufriendo al hombre herido, pasaron de largo.
Muchas veces nos puede pasar a nosotros y decimos "no tengo tiempo" hasta lo juzgamos y decimos "que se arregle, andá a saber en qué anduvo..."
Y todavía menos pensaríamos en gastar dinero para ayudarlo.
Aprendamos a ver a Jesús en estas personas heridas por la vida o sufrientes, no las juzguemos, Dios las pone en nuestro camino para ayudarlos, para aumentar nuestra caridad, para ganarnos el cielo, porque seremos juzgados en la caridad.
Pidamos esa gracia a María que cuando se enteró que su prima Isabel iba a tener un hijo, corrió a acompañarla, no dijo "yo también estoy embarazada, no tengo tiempo, soy la madre de Dios..."
Ella no dudó y lo más pronto posible fue a acompañar a su prima que vivía en Ain Karem, a más de 100 km de distancia de Nazaret. A.M.D.G.