🗡ESPADA ESPIRITUAL
Sábado 3 de Noviembre
Dios es tan sabio que para hacernos humildes permite en nosotros la humilllación, el fracaso, es que estamos llenos de tanta soberbia.
Por eso también en el evangelio de hoy (San Lucas 14, 1.7 -11) nos dice: "Porque todo el que se eleva será humillado y todo el que se humilla será elevado."
Aprendamos a buscar la gloria de Dios y no la nuestra.
Muchas veces nos preguntamos "¿Por qué a mí no me salen las cosas perfectamente?"
¿No será que Dios está sanando mi amor propio? Quiere hacerme humilde.
No busquemos solamente los éxitos para vanagloriarnos, aceptemos con gran humildad los fracasos o las pruebas que Dios nos manda en nuestra vida, que si tenemos fe son muy sanadoras, de mucha bendición y nos están preparando para el Cielo.
Hoy tenemos presente a un gran santo de la humildad: San Martín de Porres. Un hombre que hacía tantos milagros y era tan obediente a su superior que él un día le prohibió hacer milagros y le obedecía con tanta humildad que jamás se justificaba o se quejaba, qué gran ejemplo para nosotros.
Cuenta la historia que al pasar por una construcción un hombre se cayó de una gran altura, cuando Martín lo vio lo suspendió en el aire antes de que cayera al suelo y fue a preguntar a su superior si podía salvarlo. Su superior le dio permiso y ahí sí pudo hacer el milagro. Cuánta humildad, cuánta obedeciencia.
A veces nosotros no queremos hacer caso a nadie, tenemos tanto orgullo y rebeldía, que hasta vivimos juzgando a nuestros superiores.
Pobres almas, así nunca madurarán espiritualmente ni recibirán bendiciones por tanta soberbia. Dios derriba del trono a los soberbios y eleva a los humildes.
Pidamos hoy esta gracia de la virtud hermosa de la humildad a San Martín de Porres, gran modelo para nosotros. A.M.D.G.